P. P. San Martín

Hierro se sienta en el banquillo

Le faltaba esta asignatura a Fernando Hierro. Después de ser un gran futbolista, ha madurado su preparación como gestor en los despachos de la Federación Española y del Málaga. Pero le faltaba sentarse en el banquillo y al fin se ha decidido, con la intención de ser la mano derecha de Ancelotti. Es un gran paso adelante de Hierro con una doble lectura: asume un papel que quizás marque el camino de su futuro profesional y lo hace en su Real Madrid, el que ha defendido con orgullo en la hierba, sobreseyendo las profundas diferencias de criterio con el presidente Florentino Pérez, que le distanciaron de la dinámica del club. El tiempo lo cura todo, es verdad, y también lo es que la pasión por el Madrid une mucho más que separa.

Desde el punto de vista deportivo el regreso de Hierro es muy buena noticia para el madridismo. Siempre fue un líder de grupos y defendió con celo los intereses de la entidad del Bernabéu. Sabe moverse en los vestuarios con autoridad y discreción; tiene, además, una reconocida fuerza moral para llevar el mando de operaciones, a la sombra de Ancelotti, por su larga lista de éxitos en el Madrid. La falta de rodaje en el banquillo la compensará con su sobrada experiencia como jugador, después de catorce temporadas defendiendo ‘la blanca’. Hierro suple a Zidane en el puesto, pero hará el trabajo con un perfil diferente al del francés. El malagueño desborda carácter, será uno más en el vestuario y lo que no le gusta, lo dice bien claro.