Un Mundial para recordarlo

Si la paliza que Alemania le ha pegado a Brasil fue un corto circuito, como explicó Scolari, entonces el entrenador se olvidó de llamar al electricista para el partido de ayer. Como brasileño, no sé qué es más indignante. Ver a este equipo jugar o la falta de humildad de Felipao, con su postura insistentemente arrogante. Pero la negativa del entrenador a asumir sus errores llega a ser ofensiva. La imagen de sus jugadores suplentes ignorándole y dando instrucciones a sus compañeros en campo es tremenda y lo dice todo.

Ya no hay mando en la canarinha y cada uno hace lo que le da la gana. Ayer, otra vez, Brasil fue una afrenta para su historia. Me imagino cómo deben sentirse Pelé, Gerson, Zico, Tostao y Rivelino cuando ven a la camiseta verde amarelha totalmente desfigurada. Un equipo que rechaza al balón por tenerle miedo. Que no perdió por un margen más amplió porque Holanda jugó sin pasar de la segunda marcha. Al principio, pensaba titular este artículo “Un Mundial para olvidar”. Pero creo que este Mundial tiene que estar vivo diariamente en la memoria de todos los brasileños que aman al fútbol. Que sirva de lección y catalizador de un cambio radical en el mando de la selección, del deporte en el país y rescatar la esencia de nuestro fútbol.