Bienvenido de nuevo a la familia

Hay gestos que retratan. El de Villar y sus doce hombres sin piedad, los mismos que no hicieron nada ante aquel rapto, negando el indulto es otro. Nadie dejó ayer en Santander, en plenas fiestas, de ir a ver al Juli y a Perera en Cuatro Caminos, a Alejandro Fernández en La Magdalena o de pinchos a las casetas repartidas por toda la ciudad por el disgusto de no poder ver a su Racing este año en la Copa. Tal día hará un año. Si no llega a ser por el plante ante la Real y la consiguiente liberación, este año no habría ni Liga, ni Copa, ni el amistoso de esta tarde en Escobedo. Ya sé que a Villar y su sanedrín (los mismos que corrieron a suplicar al Barça que aceptara el perdón hace años) no les importa, pero el Racing no hubiera terminado la pasada campaña.

El equipo que jugó, contra el Barcelona precisamente, el primer partido de la historia de la Liga en 1928 hubiera desaparecido al cumplir 100 años de vida. El Racing pidió el indulto por vergüenza torera y porque la Real Federación Española de Fútbol y el Consejo Superior de Deportes le hicieron creer que si renunciaba al contencioso administrativo en el que tenía contra las cuerdas a ambas instituciones podía volver a ser “uno de los nuestros”. Con gran dolor de corazón, y con el caso visto para sentencia, el Racing se allanó, dijo adiós a la posibilidad (bastante probable) de sacarles cuatro millones de euros y se creyó bienvenido de nuevo a la ‘Familia’. Ayer le demostraron que sí, que ya le consideran uno de los suyos. Uno de sus lacayos.