Un campeón con la grandeza del Tour

Hemos estado tan ocupados en narrar si Alejandro Valverde era capaz o no de subirse al podio de los Campos Elíseos, que quizá hemos ignorado en exceso la gesta que se estaba marcando Vincenzo Nibali. Una victoria que se está minusvalorando con los argumentos de que los dos grandes favoritos, Chris Froome y Alberto Contador, se habían caído, o de que otra gran figura, Nairo Quintana, ha estado ausente en este Tour de Francia. Quizá veríamos al Tiburón del Estrecho desde otro prisma si ensalzáramos, como es de justicia, que se ha convertido en el sexto corredor de la historia que logra el triplete Vuelta-Giro-Tour. Los otros cinco son Anquetil, Merckx, Gimondi, Hinault y el propio Contador. Casi nada. Froome, por ejemplo, estuvo dos veces en disposición de ganar la Vuelta, pero no lo hizo. Por decir.

También le veríamos con otros ojos si recordáramos que en la pasada temporada el arrollador Froome sólo perdió una carrera por etapas: la Tirreno-Adriático, precisamente ante Nibali. O si cogiéramos las clasificaciones del día que se cayó Contador y comprobáramos que el italiano ya le aventajaba en 2:34. Gran parte de esa diferencia la logró en la etapa de los adoquines, que también es ciclismo y que en su momento condicionó, por ejemplo, que el Movistar sacara a Quintana de la alineación del Tour. Es cierto que aún restaba la gran montaña y que el madrileño le hubiera podido apretar las clavijas. Su presencia hubiera aumentado el espectáculo, pero de ahí a afirmar que hubiera ganado es hablar de ciencia-ficción. Para mí, Nibali es un campeón grandioso, a la altura de la grandeza del Tour. Y se merece ese trato.