Ante la peliaguda salida de Di María

De todas las operaciones del Madrid este verano, la única realmente discutible es la programada salida de Di María, jugador de enorme efectividad. A Florentino nunca le entusiasmó, él lo nota, no se siente pagado en proporción a sus méritos. Con todo ello, se quiere ir. Y como él se quiere ir, para el presidente, miel sobre hojuelas. Su valoración en el mercado es alta, y aunque el Madrid tiene el dinero por castigo, viene bien el ingreso para paliar los gastos del verano. Las deslumbrantes apariciones de Kroos y James Rodríguez harán que la salida de Di María no se tome como un desastre. Pero es una seria pérdida.

Hay que entender que Di María se quiera ir. Lo que a él le ha pasado, les ha ocurrido a pocos. Era titular en la banda derecha y el Madrid fichó por 100 millones un jugador para este puesto. Tras enfadarse y pretender salir para jugar en cualquier sitio y no perderse el Mundial, Ancelotti le retuvo, le adaptó a la media y triunfó ahí. Fue, con Ramos, el mejor y más efectivo jugador del Madrid el día de la celebradísima Décima. Luego, en el Mundial, brilló con Argentina. Después de eso se encuentra con que el Madrid ficha a dos jugadores para el medio campo, el más caro de los cuales, James, amenaza directamente su puesto.

El problema va a ser para Ancelotti, que empezó el curso pasado mal, porque con Isco en la media y la BBC delante, se encontró demasiadas veces con que el equipo se le partía en un 4-2-4 y sufría mucho en la media. Lo remedió cuando sacrificó a Isco y adaptó al infatigable Di María al medio campo. Ahora, sin él, y presumiblemente con James en esa posición, corre el peligro de que le ocurra lo mismo. O James trabaja mucho hacia atrás, o Ancelotti sufrirá hasta dar con una nueva tecla. Pero así es el fútbol, una eterna tarea de Sísifo, subir la piedra a la montaña para ver cómo rueda de nuevo ladera abajo.