Griezmann y la renovación del Atlético

Contra todo pronóstico, el Atlético parece que va a salvar el verano sin mayores daños. Finalizada la temporada con el título de Liga y el ‘casi’ (como la otra vez) de Europa, se daba por sentado que el equipo se desmantelaría. Ya antes de la final de la Champions, al regreso del título de Liga en Barcelona, un buen amigo atlético me desgranaba en el avión la lista de bajas que preveía: Courtois, Miranda, Filipe Luis, Tiago, Koke, Arda, Diego Costa, Villa... Auguraba un desmantelamiento completo, un vaciado de lo principal en todas sus líneas. Un volver a empezar. Veía difícil reconstruir un once competitivo.

Pero ha pasado el verano y no ha sido tanto. Para empezar, se ha quedado Koke, que va cogiendo valor de símbolo (fue el que puso la bandera en el Bernabéu, el día del título de Copa) y que da sentido al juego del equipo. Lo ha pretendido el Barça, pero el Atlético ha sabido retenerle, con afecto y dinero, conceptos que se mezclan fácilmente. Tiago, una vez más, se ha ido y ha vuelto. (¿Cuántos veranos ha fichado el Atlético a este jugador?). Sigue Arda, crucial en la construcción, como siguen Gabi y Mario Suárez. La sala de máquinas ha permanecido intacta. Y sigue el comodín Raúl García.

Se fue Courtois, sí, y aún me extraña que el Atlético no fuera por Keylor Navas, que en relación calidad-precio era lo mejor del mercado. Pero, eso aparte, la portería queda bien. Por Filipe Luis llegó Siqueira, y también se suma la incorporación de Jesús Gámez. Arriba, Mandzukic y sobre todo Griezmann le dan un aire magnífico al ataque. Si siguen los dos centrales (aún hay quien teme por Miranda) y con algún complemento más llegado o por llegar (¿Torres? ¿Callejón?), queda un buen equipo. Y queda el ‘espíritu Cholo’. Juanfran y Koke volvieron de vacaciones antes que los demás mundialistas españoles. El fuego sigue vivo.