Courtois, a la espera del dedo de Mou

El portero. Ya se sabe: el portero es el que espera. Es la figura más arriesgada del campo, el último bastión. Eso ocurre cuando juega. Y cuando no juega, como en el caso del belga Courtois, desespera. Es uno de los grandes porteros del mundo, el Atlético le debe la vida (como a Diego Costa, como a Godín), y tanta gratitud le tuvo a su equipo rojiblanco que a punto estuvo de decirle que no a Mourinho, que lo requirió de nuevo para el Chelsea, su propietario legítimo. Pudieron más Mou y la ley que el corazón del portero. Y ahí está, penando.

La margarita. No es que Courtois haya empeorado desde que salió del Atlético o desde que acabó el Mundial para Bélgica, donde el excelente meta belga hizo un papel extraordinario. Es que Mourinho no le ha dicho aún si de veras cuenta con él para el puesto que hasta ahora desempeña Cech. Y si Mou no quiere a Courtois éste no querrá a Mou. Eso se ha dicho esta semana en Londres, donde el belga sigue a la espera. Hoy, al aparecer, se deshoja por fin la margarita.

Capricho. El entrenador del Chelsea es un hombre cuyos caprichos hacen historia; no deja indiferente a nadie; desbarató en el Madrid la moral de algunos, sobre todo la de Casillas, que aún pena la condena de banquillo que le impuso. Courtois no fue explícito a la hora de sus preferencias: tras batir el Atlético al Chelsea, el belga no se decidió en seguida por el abrazo de Mou, y éste ahora lo hace aguardar en el banquillo a la espera de que su dedo lo señale o no.

“Arrogante”. En un excelente perfil que Jonathan Wilson hizo esta semana en The Guardian sobre Van Gaal, éste dice cómo era Mourinho cuando trabajó a sus órdenes en el Barça. Era “un joven arrogante, que no respetaba tanto la autoridad, pero eso me gustaba de él”. Como tenía una buena visión táctica, decía el holandés, lo subió de categoría y empezó a hacerle caso. Esa arrogancia (además de sus otras virtudes) es la que ahora le sirve para desesperar a los suyos. Courtois es esta semana la víctima provisional de sus designios.

Entrenadores. En ese perfil de Van Gaal, Wilson recoge también lo que el entrenador dice sobre su aprecio por Guardiola, según le dijo al compañero Guillem Balagué. Sabía de táctica, era capaz de hablar del juego con más autoridad que sus compañeros. Y no sólo Pep se formó esos criterios con Van Gaal, por cuya mano pasaron (en el Barça) jugadores que entrenan con éxito: Pep, Mou, Ferrer, Abelardo, Óscar García, Koeman, De Boer, Kluivert, Cocu, Luis Enrique… Una universidad de entrenadores. Todos aprendieron de Van Gaal. Quizá, como Mou, también aprendieron la arrogancia que ahora tiene a Courtois pendiente de su dedo.