El horario no beneficia a nadie...

El organismo está acondicionado para competir por el día y descansar por la noche. La luz diurna estimula al cerebro para activar al máximo las funciones fisiológicas, en cambio la oscuridad tiende a inhibir estas funciones. Por este motivo, durante la noche disminuyen las aptitudes físicas y mentales. El organismo sufre por partida doble: ha de realizar un esfuerzo para mantenerse activo en la fase de mayor letargo y va a tener más dificultades para conciliar el sueño.

Estas alteraciones del ritmo circadiano, como es poner un partido a las once de la noche, desestabiliza los hábitos del grupo, provocando incluso pequeñas alteraciones en el hábito alimentario, que a la postre se van a traducir en un menor rendimiento deportivo. Poner un partido de esta importancia a las once no beneficia a nadie, ni a los jugadores ni a los aficionados. Única y exclusivamente se benefician los que manejan los entresijos del fútbol. Sólo cuenta San Dinero Bendito. Amen.