Mireia Belmonte ensombrece la Liga

Empezó la Liga, con su carrusel de emociones y polémicas (el descuento del Málaga-Athletic fue tremebundo, Mateu Lahoz mediante), pero el centro de la escena lo reclama Mireia Belmonte, con su oro en 1.500. Gloria para ella, gloria para nuestra natación y gloria para nuestro deporte femenino. Hace ya algún tiempo que Mireia Belmonte reclamaba un puesto en el imaginario nacional junto a Arantxa Sánchez Vicario y Amaya Valdemoro como heroínas máximas del deporte español. Me parece que ya lo tiene. Superado el bache de sus conflictos con el Natació Sabadell, sigue acumulando medallas.

Éxito también, decía, de la natación, quizá el último de los grandes deportes en alcanzar el buen ritmo de nuestro deporte. Hace poco tiempo empezaron los éxitos en la sincronizada, especialidad hermosa y singular. Y antes, los de waterpolo. Pero en lo que podemos llamar estrictamente natación seguíamos muy por detrás. Ahora no es así. Y no es sólo Mireia, con ser ella, quizá, la locomotora o el mascarón de proa. España se mueve en el medallero. El aficionado español va descubriendo casi cada día nuevos nombres en estos campeonatos. Un éxito para la Federación de Fernando Carpena.

Nuestra natación progresa, nuestro deporte femenino también. Y eso es aún mejor. España tuvo esporádicamente heroínas solitarias que remaron río arriba, desde la remota Lilí Álvarez. Vencían tremendas dificultades. Aquellas Mari Paz Corominas o Carmen Valero de los sesenta y los setenta lo tuvieron crudo. Las siguientes lucharon por tirar una pared. Ahora vemos progreso en todos los frentes, en un movimiento uniformemente acelerado que alcanza ya hasta al mismísimo fútbol femenino, el último reducto que asalta la mujer. Ahora sí podemos presumir de un deporte español íntegramente desarrollado.