Ya no puede ser cosa de Messi

Romagnoli. Ya lo dice Cerezo, los futbolistas juegan donde quieren. El fichaje se concretó antes del Mundial. Pero Bahía le dejó quedarse en San Lorenzo hasta la final de la Copa Libertadores, si llegaba. Luego ocurrió lo que ocurrió, las victorias, el título, las emociones, la felicidad pendiente y acumulada de tantas generaciones, el momento cumbre de diez años en el Ciclón. Y a Romagnoli, Brasil, su nuevo destino, se le hizo una tortura. Echaba de menos su casa. Así que tan sólo unos días después sacó del bolsillo medio millón de dólares, para la indemnización, grabó un vídeo de disculpa para los aficionados de Bahía, y se volvió a Buenos Aires. Ha firmado de nuevo con los Cuervos, hasta 2016, y ya se entrena con sus viejos compañeros. Jugará el Mundial de clubes en Marruecos. Otro milagro del Papa.

Vargas. Millonarios, el equipo de Lillo, no sale de su crisis. El jueves sumó un nuevo desastre a su recorrido. Salió derrotado en El Campín de Bogotá en la ida de los dieciseisavos de final de la Copa Sudamericana frente al todopoderoso César Vallejo de Perú (1-2). Son siete partidos seguidos ya sin ganar. Pero el discurso técnico ha calado. “La hinchada ya no cree en nosotros porque es muy resultadista”, dice el veterano volante Vargas como sorprendido por el enfado del público. Y además señala a los directivos: “No es por dar excusas, pero yo ya dije que teníamos una nómina muy corta para afrontar tres torneos”.

Rodríguez. Chile se quedó sin el Diego Costa que buscaba en Suiza. Allí ha vivido el talentoso centrocampista Francisco Rodríguez toda su vida, 18 años. Pero como su padre es español y su madre es chilena, sus posibilidades internacionales son todavía grandes. Su hermano jugó el Mundial por Suiza, pero él, que ya está en las inferiores del país helvético, todavía tiene tiempo de pronunciarse. En realidad no contempla otra cosa que jugar por la única patria que conoce, con el idioma que maneja, con los compañeros que trabaja. Pero Jorge Sampaoli quiso dar un zarpazo. Y le convocó para la absoluta de Chile, que juega en diez días. Anunció la citación con letras gruesas y precipitación. Porque el chico le dijo que no, que gracias, pero que se queda en Suiza.

Alexis. El runrún ya llega a Santiago. El Arsenal, tampoco. Como antes el Barça, el modelo de juego que predica Wenger, más de toque que de conducciones y arabescos, no parece el que mejor le va a Alexis. Casi es el opuesto a sus maneras. La cosa, aunque es pronto para sentenciar, no funciona. Y ya no puede ser culpa de Messi y ese fútbol que obligatoriamente gira a su alrededor. Quizás el problema es jugar de nueve. Según el técnico francés es pasajero, sólo un asunto físico. Pero por escribir tuits no será el cansancio. Un mes y 329.029 seguidores después, del “esta es la única cuenta oficial”, Alexis no ha salido. Un solo tuit. Londres no le va de momento. Ni a su community mánager.