La gesta de un cincuentón

Cuando uno se acerca peligrosamente al abismo de los cincuenta se empieza a tener una perspectiva muy diferente de la vida. Y lo digo con conocimiento de causa... Lo que antes parecía sencillo comienza a complicarse y lo que suponía un reto se transforma en una utopía. Cambia el físico y también la mente, una evolución por lo demás magnífica, ya que la alternativa no es muy alentadora... Por todo esto, cuando me enteré de que Jeremy McWilliams iba a volver a competir en un gran premio, de inmediato para mí se convirtió en el héroe del fin de semana, al menos hasta que veamos cómo se desarrollan las carreras de SIlverstone. Su gesta me parece meritoria indudablemente, incluso asumiendo de antemano que su rendimiento será discreto, entre otras cosas porque la moto que utilizará se encuentra en una fase en la que no debería ser competitiva, si es que puede llegar a serlo un proyecto de estas características.

El simple hecho de saltar a la pista con una treintena de pilotos que en la mayoría podrían ser sus hijos ya merece el mayor de los reconocimientos. No se trata de intentar acabar un maratón o jugar un partido de solteros contra casados, ni mucho menos. Incluso en la hipótesis de que McWilliams acabe el último y destacado en Silverstone (cosa que está por ver) para hacerlo tendrá que ir muy, muy deprisa, con los riesgos que conlleva intentarlo. Tampoco es un entrenamiento, a lo que puede estar más acostumbrado en los últimos tiempos, el ritmo y la exigencia de la competición es diferente, incluso en una experiencia aislada como la que nos ocupa. El fue piloto del Mundial, competitivo y ambicioso, veremos cuánto le queda de esa actitud ahora que ya ha cumplido cincuenta y si es cierto aquello de que los viejos rockeros nunca mueren. De momento, ¡bravo por él!