Destellos en el purgatorio

Casillas. El primer damnificado evidente en este purgatorio que espero que termine ya es el gran portero que sigue siendo Iker Casillas. Sobre él se ha cernido esa negra sombra que cantaron Joaquín Sabina y Luis García Montero. Él mismo arrastra una palidez emocional que lo acompañó anoche en el banquillo. Con él ha sido Del Bosque exquisito y reincidente. Quienes conocen al seleccionador dicen que es incapaz de un mal gesto ni de una mala palabra. Estoy seguro de que anoche le dio descanso porque así son las cosas, pero en la decisión no hay desmerecimiento sino espera. En ese sentido, uno hubiera esperado que Casillas levantara la barbilla, estuviera más atento. Pero los hombres son humanos, aunque sean futbolistas.

Silva. Decía anoche Cañizares (que por cierto fue muy justo, y apreciativo, con Casillas) que la media española es para aplaudir. Ese ha sido el gran invento de la Selección y es lo mejor del fútbol español. En la teoría de que la media es la espina dorsal de un equipo ha basado Del Bosque su triunfo pasado, y ahí reside la calidad que salvará el futuro. Las jugadas de Silva en la segunda parte, la participación de Koke, recordaron viejos tiempos que son viejos sólo porque en medio está “el lío de Brasil”. Pero esa España que trenza y destrenza con una destreza que parece de seda es un monumento al fútbol. Y Silva dejó destellos que eran estrellas en el purgatorio. A decir verdad, los franceses hicieron otro tanto: ese toma y daca de buen fútbol alegró una noche que parecía llena de incertidumbre y arrepentimiento, como de pecadores latinos.

Diego Costa. España tiene una carencia que viene del invento del falso 9. Ha resultado ser tan falso, y tan desgastado, el recurso que ahora resulta que ni el 9 real, en este caso el hispanobrasileño, se cree su posición. Mientras que Benzema recuperó en su equipo nacional la sensación de que es un delantero, Diego Costa creyó que era a la vez todos los puestos. Me dio la impresión de que eso generó en él cierta incertidumbre, y por la incertidumbre se perdió. Y se perdió la selección un rematador eficaz, que ya no reapareció en ninguna de las alternativas restantes. Evidentemente, si hubieran entrado los goles (cantados) de Silva, Pedro y Alcácer estaríamos hablando de otra cosa en el resultado final del partido, y no del purgatorio ni de la incertidumbre. Pero ya se sabe que el fútbol es así. Pero Costa… Costa necesita tomar pastillas de gol, de nuevo, o traérselas en el avión desde Inglaterra.

Piqué. Ausente del equipo, no debe estar ausente de este recuento de presencias y de ausencias, de culpas y remordimientos. Como si él quisiera seguir en el purgatorio, le dijo al seleccionador que no se encontraba bien, y luego sí que se encontró bien para jugar con su equipo en la Liga. La selección no es una broma. Es, además de un escaparate, un combinado que requiere la seriedad de la solidaridad entre todos los que están implicados en ella. Su desplante fue un daño a Del Bosque, que no se lo merece. Me alegro por algo, de todos modos: Vicente, que es un hombre bueno y leal, y no dice una palabra más alta que otra, ya habla de los daños que recibe, y ya echa broncas desde su sitio. Es bueno que esté en su sitio, pues él, como dijo Pep Guardiola en una oportuna declaración después de lo que sufrimos en Brasil, es el único que puede sacar a España de su purgatorio.