Chicharito paga el veranicidio

Prueben a olvidar que el Madrid vendió a Di María, que este marcó un gol y dio tres asistencias ante Alemania días después, que también dejó salir a Xabi Alonso para reforzar al Bayern, enemigo diabólico, que Benzema no espabila, que no vino Falcao y que la Real cogió por las solapas al equipo en la segunda jornada de Liga. Si lo consiguen, que les costará, no les parecerá un despropósito la incorporación de Chicharito.

La relación de disgustos que la afición del Madrid encadenó en los últimos días de mercado concluyó con un rechazo general a la llegada del mexicano, la decisión más coherente del verano. Costó admitirlo, pero faltaba un nueve, y si el club consideró irrevocable la continuidad de Benzema, sólo cabía buscar un futbolista que asumiese su desventaja de salida (ahí no encajaba Falcao), con cierto hambre de gloria, con más millas en la gran competición que Morata y con buenos registros goleadores con pocos minutos de juego. Chicharito encaja en el papel. Llega a préstamo, lo que reduce a una sola temporada el margen de error, y tiene la sonrisa contagiosa de Cannavaro. Su cara dice que esto puede salir insospechadamente bien.