Florentino lo dejó claro desde la bienvenida. El día que el presidente le entregó el 10 a James en el Bernabéu, además de elogiar su talento aprovechó para recordarle que el Madrid es un club acostumbrado a hacer historia, no a vivir de ella. “No hay lugar para la autocomplacencia y siempre queremos más”, le dijo. Una advertencia basada en la experiencia. El próximo lunes, James cumplirá dos meses en el Madrid y ya sabe cuánto cuesta vivir el sueño de jugar allí: la prensa vigilante, la fanaticada exigente y un vestuario con tantas sillas como estrellas.

Es entendible que el valor del fichaje pese a la hora de los balances sobre su rendimiento, también es cierto que el colombiano se está adaptando a un esquema, a un técnico y a un estilo de juego. El protagonismo llegará con los partidos, nadie dijo que sería fácil. En Colombia los partidos del Madrid se siguen con devoción. Periodistas y aficionados coinciden en que James necesita y merece tiempo. Sus actuaciones son tema de conversación recurrente en oficinas, en la calle o en el transporte público. El país espera que pronto pueda demostrar que llegó para ser figura. El gol y la asistencia frente al Basilea son un buen inicio. James sumó puntos en el corazón de los hinchas y conquistó unos días más para trabajar en calma.