San Mamés redescubre Europa

Hubo que esperar 16 largos años y un día para volver a ver al Athletic en la Champions. En San Mamés. Campo nuevo, chavales de prometedor recorrido... pero con el sabor añejo. Y el resultado, como ante el Rosenborg tres lustros atrás. Porque a los leones nunca les ha ido mal el estreno en la fase de grupos: tres empates y dos victorias. La Champions es otro cantar. Nadie había logrado hasta ayer dejar la puerta a cero en la nueva casa de la parroquia bilbaína. El equipo salió con un punto de inferioridad, casi asustado. El primer balón peligroso y la colocación ucraniana dejó plantado al grupo de Valverde, que no quiso arriesgar y se mostró contemplativo. Tal vez se venía arrastrando el desgaste del Camp Nou, y la solana que se aguantó el sábado a las cuatro de la tarde (Muniain acabó acalambrado). Un puñado interminable de malos pases, centros a Pyatov... De hecho, cuando entraron los cachorros Aketxe y Guillermo sonó el despertador rojiblanco. El punto y el medio millón de euros de ganancia son lo más positivo de la noche. Era el segundo empate sin goles ucraniano en 61 partidos de Liga de Campeones. Casi nada.

Borisov y Oporto (asusta cómo ha arrancado el equipo de Lopetegui) marcarán el devenir ahora. Para el debate perpetuo: la sexta sustitución seguida de Beñat. Trabajó como un cosaco, pero la mediapunta del Athletic precisa de otra tuerca para que el engranaje esté perfecto. Hay sacrificio (Rico hizo 13 kilómetros) pero los fogones requieren más salsa.