Mirando hacia mayo para Qatar 2022

Hace un año y medio mantuvimos un largo encuentro Joaquín Maroto y yo con Blatter. Entre los muchos temas que salieron a relucir estuvo el del Mundial de Qatar y lo que entonces era el run-rún: que debería jugarse en torno a fin de año por razones climáticas, con el consiguiente trastorno general. Nos dijo muy serio que en caso de plantearse formalmente tal cosa sería partidario de una nueva votación, dado que algo así debería haber figurado en las condiciones previas de la candidatura. Hace poco, sin embargo, se manifestó conforme con cualquier alteración de fechas. Admirable capacidad camaleónica.

En esas seguimos. Mientras está en un cajón el ‘Informe García’, fruto de la investigación encargada por la propia FIFA sobre sí misma, le damos vueltas a en qué meses puede o debe jugarse el Mundial de Qatar. El invierno del Hemisferio Norte, aparte de suponer un trastorno serio del ritmo en que se mueve el fútbol desde hace un siglo, supone una competencia televisiva universal con habituales inquilinos de esas fechas, básicamente grandes acontecimientos americanos y los JJOO de Invierno. Esto último llevó a pensar si convendría jugar Qatar 2022 en 2021 ó en 2023. Hasta eso se ha considerado.

Ahora se mira a mayo. En mayo hace un calor razonable en Qatar. Bastante, sí, pero no más del que hace en España en los meses más duros. Mayo no deja de ser un trastorno para las grandes ligas europeas, que aportan tres cuartas partes de los mundialistas, pero es mejor que un hachazo entre octubre y febrero. Mientras el informe Michael García (fiscal del Estado de Nueva York) siga en el cajón de quien lo encargó y Blatter pueda decir una cosa y la contraria, podemos tirar para adelante. Y cuanto más mire el mundo a Qatar, más fácil será que las condiciones de los trabajadores nepalíes mejoren.