Emery, señalado por voluntad propia

El Sevilla se pasó de coraza en el Calderón. Pareció que llegaba en carro blindado y saltó por los aires en nueve minutos. A Emery, entrenador intervencionista, no le pareció suficiente con lo que había hecho su equipo en las cinco primeras jornadas y, por subir un escaloncito más, se pasó de táctico. Carriço de pivote defensivo, el dudoso Kolo de central, un sistema nuevo (4-1-4-1) y un plan para desactivar al Atlético que quedó viejo en un periquete.

El sevillismo, en fin, no se tomó bien la derrota. Vio a su equipo poco natural, disfrazado de lo que no es y, finalmente, casi humillado. Un 4-0 escuece. La pobre puesta en escena resultó más sangrante al compararse con las de Éibar o Celta, equipos que con menos recursos no se alejaron de su propuesta ante el campeón y sacaron tajada o estuvieron cerca. Del Sevilla que se estrelló se esperaba más, pero también sería conveniente poner atenuantes al alud de críticas: las dos únicas derrotas del curso han sido ante Madrid (Cardiff) y Atleti. Y el Sevilla, se quiera verlo o no, no está a ese nivel. Emery pidió que nadie se hiciese castillos en el aire, pero tampoco esperaba este golpetazo del que, como buen intervencionista, salió señalado directamente. Eso sí, ninguna de las convicciones de Unai será modificada por este episodio.