Será otra vez un pulso apasionante

Mientras persiguen la Euroliga, Madrid y Barça se han enfrentado en las últimas cinco finales de competición doméstica. Y cuando no lo hicieron, en la Copa 2013, fue porque se cruzaron en cuartos en un partido memorable (108-111). Esa rivalidad les ha metido en una escalada competitiva que les separa de los rivales en España y les eleva en las apuestas en Europa. Convencidos de que gran parte de su temporada acaba por definirse en un puñado de duelos directos, no sólo intentan ser cada vez mejores sino que buscan debilidades y fortalezas cada uno ante el espejo que le supone el otro.

En ese cruce de estilos y antídotos contra ellos, el Real Madrid intenta ganar el pegamento defensivo del Barcelona mientras que el equipo azulgrana busca piernas y talento para seguir las cabalgadas anotadoras de los de Pablo Laso. Esta primera final, aunque todavía es septiembre, apunta a un Madrid efectivamente más acorazado y seguramente más profundo. Y a un Barça que, con menos especialistas defensivos, tardará en recuperar esos automatismos made in Pascual que siempre acaban apareciendo. El pulso va a ser apasionante.