“¡Niño, que se ha hecho oscuro!”

Dicen aficionados del Manchester United que Cristiano debería volver a casa. Se gastaron 4.000 euros para recordárselo. Tal cual su madre Dolores en Funchal: “¡Niño! ¡Que se ha hecho oscuro! ¡Venga ya, pa’ casa!”. Pues eso. Que se deje de Madrides, y de Copas de Europa, y de Balones de Oro, y de enfrentarse a Messi y al Barcelona, y de ganar al rival de la ciudad. Le toca ir a casa. Casa es Old Trafford, por supuesto. Los aficionados del Liverpool soñaban con la “vuelta a casa” de Xabi Alonso. Es lo que tiene haber sido, hasta hace un rato en términos históricos, el ombligo del mundo. El kilómetro cero, para muchos aficionados ingleses, es su estadio.

Pero antes de que nadie concluya que los tipos que alquilaron la avioneta están chalados, se debe saber una cosa. Para Cristiano Ronaldo, su paso por el Manchester United fue mágico, inolvidable. Fue donde se hizo grande (física y psicológicamente), donde encontró otro padre, donde se sintió adorado. Y querría volver un día. En todo caso, aquel era un siete que aprendía de todo y todos. Hoy es simplemente el mejor nueve del mundo.