La FIA comete errores inadmisibles

Tengo el convencimiento de que desde la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) se realizan esfuerzos ímprobos en favor de la seguridad de las competiciones, no me cabe la menor duda. Precisamente por este motivo me cuesta entender que se puedan cometer despropósitos como los que han llevado a Jules Bianchi a estar luchando por su vida en un hospital japonés. Si durante las primeras vueltas del GP de Japón la Dirección de Carrera pudo pecar por exceso con la presencia del coche de seguridad en pista (en todo caso, preferible así que no por defecto), sacar una grúa a la pista sin tener a los monoplazas neutralizados supone una temeridad inconmensurable, impropia de un campeonato tan profesionalizado y exigente como la Fórmula 1.

Soy de los que piensan que en las carreras con lluvia intensa se deben extremar las precauciones. Una cosa es competir y otra distinta tentar al destino, porque en determinadas condiciones los monoplazas se convierten en inconducibles a causa de la anchura de sus neumáticos y su baja altura libre al suelo. Es muy probable que en seco Bianchi no se hubiera salido exactamente en el mismo punto que Sutil (el alemán lo achacó con certeza a un aquaplaning), pero lo inaceptable es que en su trayectoria apareciera la mole de una grúa de evacuación. Rodando detrás del safety, que tardó en salir más de lo necesario, todo hubiera sido muy diferente y ahora no tendríamos el alma sobrecogida por lo ocurrido. Y estos son los errores que precisamente son inadmisibles y que ponen en cuestión la eficacia del trabajo previo de la FIA. ¿De qué sirve definir protocolos severos si después se ignoran en los momentos críticos?