Crisis de fútbol y de identidad

El Liverpool se siente afortunado por poder estar en la Liga de Campeones y enfrentarse al Madrid. Es casi una distracción bienvenida porque la temporada ha empezado fatal. Brendan Rodgers vendió al club un plan a largo plazo, pero se le estropeó todo con la marcha de Luis Suárez. Ahora se encuentra, tanto el entrenador como el equipo, en una crisis de juego y personalidad: Sterling ha jugado en exceso, las lesiones de Sturridge son más largas de lo que deberían ser, ni un solo fichaje ha mejorado lo que se tenía y se ha cometido el error de creer que Balotelli era un jugador de elite.

Lo del italiano no es lo más grave, pero con un estilo de juego tan diferente al de Suárez (quiere el balón a los pies y Rodgers le tiene que recordar en cada partido que le quiere en una posición cercana al punto de penalti) uno se pregunta cuál es el patrón de este equipo. Hay otra manera de mirar todo esto: el Liverpool hace más de 20 años que no tiene la capacidad económica de competir con los más grandes y sólo una buena gestión del grupo y buenas actuaciones de los mejores les lleva a veces a lo más alto. Pero muy de cuando en cuando. Así que entre tanta duda, la visita del Madrid es una especie de oasis en el desierto de resultados.