Un millón de personas premiadas

La Maratón de Nueva York recibió ayer el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes. Un Premio recogido por Mary Wittenberg, directora de la carrera, pero del cual más de un millón de personas sintieron que de alguna manera también un cachito era suyo. Se trata de ese más de millón de personas que han corrido, ¡y terminado! la maratón en sus 44 años de existencia. Porque la Maratón de Nueva York tiene algo que no está al alcance de ninguna otra: el menor índice de retiradas, que llega al ¡99%! Esa es precisamente la grandeza de su carrera. La ciudad y los espectadores viven con tal pasión y entusiasmo la maratón que hacen prácticamente imposible la retirada por mucho que se hayan vaciado los músculos de glucógeno.

En Nueva York se vive la agonía y el éxtasis de la maratón como en ningún otro lugar. Allí todas las emociones se multiplican por mil. Una maratón mide lo mismo en Nueva York que en la Cochinchina, pero algo tendrá cuando todos quieren correr en la Gran Manzana. Participar en la carrera es caro (425 euros la inscripción) y hay que añadir los gastos de desplazamiento. Pero también es única. Gracias al espíritu que la infundió Fred Lebow, su fundador, fallecido en 1994, quien consiguió desde Nueva York extender las carreras populares por todo el planeta, convirtiendo a los ciudadanos en deportistas. Si la Maratón de Nueva York puso a correr al mundo entero, bien merecido tiene este Premio. Por universal y por extraordinaria