'One man club', una especie futbolística en vías de extinción

Romanticismo. Cuando se habla de ‘one man club’, se suele mencionar el romanticismo de la elección. Se dice que es cosa del pasado, que ya casi nadie empieza y acaba en el mismo sitio. Como si fuera un ideal futbolístico de otra era mejor. Totti, Xavi, Xabi Prieto, Iker Casillas, Ryan Giggs, Paul Scholes y John Terry forman parte de una especie en extinción. Y así debería ser.

Dudas. Para muchos, su club fue también una pequeña prisión de oro. Xavi estaba a punto de salir del Barça cuando llegó Guardiola. Pep le pidió, en una de esas conversaciones al final de un entrenamiento en la que Pep se disfrazaba de nuevo de futbolista para acercarse a sus pupilos, que no le dejara, que sin él lo que pretendía hacer no iba a tener sentido. Xavi se sintió querido y se quedó. El United y el Milán desistieron en su empeño por llevárselo. Pero este verano se vio fuera de nuevo, lo que sugiere una necesidad de verse con otros colores, en otro campo, otro país.

Emirates. Según se cuenta en el Arsenal, Iker Casillas ha sondeando la posibilidad de ir al Emirates durante dos temporadas. Debe sentir también que cambiar de aires le puede dar una segunda juventud, aunque fi nalmente el respeto por lo que hay fuera le dejó dentro. Seguro que le queda la duda de cómo respondería ante un reto que le alejaría de su zona de confort. De nuevo, parece que quedarse en el club de su vida no parte únicamente de un deseo irrefrenable por no cambiar de aires.

Red. El contrato de Gerrard con el Liverpool finaliza en siete meses. Hace poco admitió que estuvo a punto de ir al Madrid en dos ocasiones. Y en dos más al Chelsea. La primera, el verano en que aterrizó Benítez. El centrocampista no veía un futuro esperanzador tras quedar 30 puntos por detrás del Arsenal campeón y con el crecimiento de un Chelsea ambicioso que había contratado a Mourinho. Benítez se mantuvo al margen, pero Gerrard decidió quedarse porque su Valencia le había impresionado.

El primo. Tras ganar la Champions en 2005, Mourinho le convenció para irse al Chelsea. Se quemaron camisetas cuando se supo que no quería renovar con el Liverpool, pero no fue eso lo que le hizo cambiar de idea, sino una reunión con su agente y su novia en casa. Solos. Se miraron a la cara. Se acordó de su primo Paul Gilhooley, que murió en Hillsborough. Le dio miedo salir de casa. Cuando vino el Madrid, se imaginó una vida con sus hijos aprendiendo otro idioma, con su talento depurado en otra liga, con la camiseta blanca. El miedo le volvió a atar a Anfi eld. Y se ha arrepentido. Su entorno no descarta aceptar una oferta en el extranjero. Detrás del ‘one man club’, hay mucho más que el idealismo que sospechan los afi cionados.