Somos la vergüenza de la Euroliga

La Euroliga es una competición abierta. Cada equipo puede tener cuantos extranjeros quiera. Pues según la procedencia de cada jugador, y como así consta en el registro del torneo, el Zagreb tiene catorce jugadores croatas, el Neptunas doce lituanos, el Zalgiris once, el Estrella Roja diez serbios, el Panathinaikos nueve griegos, el Limoges nueve franceses, el Fenerbahce nueve turcos, el Novgorod nueve rusos, el Olympiacos ocho griegos, el Bayern y el Berlín ocho alemanes cada uno, el Kazan ocho rusos, el CSKA siete, el Maccabi siete israelíes, el Milán siete italianos, el Zgorzelec siete polacos, el Anadolu siete turcos, el Galatasaray seis, el Sassari seis italianos, el Valencia cinco españoles, el Madrid cuatro, el Barcelona y el Unicaja dos, y el Baskonia uno.

Nuestro baloncesto queda retratado al ser el país que menos quiere a sus jugadores. No puede ser casualidad que los cinco equipos españoles participantes en la Euroliga sean los que menos jugadores de su propio país tienen en sus plantillas. La razón principal es que al tratarse de una competición abierta, los equipos no tienen restricción de extranjeros, y mientras en otros países hay distintas normativas para proteger a sus jugadores nacionales, aquí se han ido flexibilizando de tal modo que se pueden burlar fácilmente. El resultado es que España se ha convertido en el paraíso de los representantes, quienes no paran de traerse y llevarse jugadores de aquí para allá con la complicidad de los clubes. Mientras, los nuestros, a verlas venir.