Laporta, el Barça y el tiempo perdido

Como cantaba Peret, “¡que no estaba muerto, que estaba de parranda!”. Hablo de Laporta, que salió del Barça una vez consumido su mandato y luego tuvo un vagar político y personal que no engrandecieron su recuerdo. Pero he aquí que ahora está disparado en las encuestas, según se reveló ayer y no era difícil de adivinar. El otro día estuve en la fiesta del XXXV Aniversario del Sport y comprobé que su llegada fue un clamor. Todas las cámaras se fueron tras él. Hay en su figura una mezcla de añoranza por lo que pasó y de modelo Robin Hood, acrecido por la ola ‘Podemos’, que cautiva la imaginación.

El barcelonista está añorante, o así me lo parece. No hace mucho vivimos un periodo extraordinario del Barça, gracias a la coincidencia en un estrecho arco de edad de un grupo de jugadores de cantera realmente extraordinarios. Algo único. Hablo de Víctor Valdés, Piqué, Puyol, Busquets, Xavi, Iniesta, Cesc, Messi y Pedro, a riesgo de olvidarme de alguno. Y Guardiola como entrenador, con la doble ventaja de su talento natural más la predisposición a escucharle de todos esos chicos que a los doce años lo que soñaban era ser Guardiola de mayores. Aquello fue realmente extraordinario.

Laporta hizo surf sobre esa ola. Y no digo eso en su demérito. No era tan fácil. La ola era fuerte y no le tumbó. Tomó muy buenas decisiones, como la de Cruyff de presidente de honor o Unicef en la camiseta. Rosell me pareció más interesado en combatir la herencia de Laporta que en construir algo nuevo. Incluso acunó una iniciativa judicial en contra de su predecesor que aún anda rondando por ahí. El resultado es el que vemos: lo que hay es bastante peor que lo que había. Así que ahora que Laporta aparece de nuevo es natural que el barcelonista mire hacia él, con la ilusión de revivir el tiempo perdido.