La generación de la posguerra

El Comité Olímpico Español tiene la buena costumbre, desde que lo preside Alejandro Blanco, de homenajear a sus olímpicos. Lo hace cada olimpiada, es decir, cada cuatro años, y lo hace coincidir con el cincuenta aniversario de los Juegos, así que esta vez les tocó a los olímpicos de Tokio 1964. Había que verles ayer hechos unos pinceles. Llamó la atención el magnífico aspecto que presentaba la mayoría. Casi todos septuagenarios, son un canto a cómo se puede llegar a edades avanzadas en un magnífico estado físico gracias al deporte. Y eso que lo pasaron mal de verdad. Fueron los niños de la posguerra, nacida a finales de los años 30 y principio de los 40, cuando las cartillas de racionamiento estaban a la orden del día.

Pero no había chuches ni grasas saturadas que les predispusieran a la obesidad. Tiempos duros en los que quienes se hacían fuertes era por la práctica del deporte. Algunos llegaron a hacerse profesionales, o cuando menos a adquirir cierta fama. No fueron los mejores del mundo, pero sí se codearon con ellos. Son los atletas Aritmendi, Sola, Areta y Garriga, los ciclistas Lasa y López Rodríguez, los nadadores Torres y Fortuny, el púgil Miguel Velázquez, el equipo de hockey de los Amat, que con su cuarto puesto consiguiera la mejor clasificación española... Sentaron las bases para que un día el deporte español pudiera estallar. Ya lo ha hecho y es bueno reconocer que en parte se lo debemos a ellos, a los niños de la posguerra.