Entre la fastrupia y la traición

La tensión se palpa en la sede de la Real Federación Española de Fútbol. Son ya meses, desde la prematura vuelta del Mundial, en los que no hay días de paz en La Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Fue entonces cuando Juan Padrón, quien controla la Federación con mano de hierro desde 1988, bajó el pulgar a Jorge Pérez y María José Claramunt. Después de compartir mesa y mantel un caluroso día de verano en el restaurante El Pesca de Torrelodones, el dirigente canario alzó la voz y reprobó al secretario general haberle firmado todos los gastos a la directora de la Selección, poniendo la lupa en la carpa donde comparecieron ante la prensa los internacionales en Curitiba. Además, Padrón les reprochó haber dejado a De la Morena hacer El Larguero en la Ciudad de Fútbol, días antes de viajar al Mundial, e invitar a Javier Tebas a estar presente en el sorteo de Copa.

Pérez y Claramunt estaban sentenciados hasta que la ‘colaboradora con despacho’ en la RFEF “traicionó” a su “jefe”. Después de ser uña y roña tres años, ahora ni se hablan. Villar mantiene a Pérez. ¿Quién sostiene a Claramunt? La traición de Claramunt a Pérez se compara en la Federación con la que supuestamente ha hecho Miguel Cardenal a Villar. Cuando nombraron a Cardenal Secretario de Estado par el Deporte, quien más quien menos pensó que estaba al servicio de Villar porque venía del Comité de Competición y porque daba conferencias por doquier con Gorka Villar. Ahora en Las Rozas todos piensan que va con Tebas. Cardenal puede conseguir lo que intentó Lissavetzky: acabar con la fastrupia.