P. P. San Martín

Siguió el consejo de Ancelotti

Una de las cosas buenas que trae tener competencia es que obliga al esfuerzo. Isco vio las orejas al lobo cuando Ancelotti le dijo: “O usted corre más o va a jugar poco”. Al italiano, igual que les sucede a muchos entrenadores de elite, no le bastó con la clase desbordante del malagueño. Le pidió más. La razón es histórica: en el Madrid hay que sudar la camiseta para merecer el escudo (Di Stéfano), sea cual sea la virtud natural de cada jugador. Isco entendió el mensaje, se miró el ombligo y no lo dudó: “Me pongo el mono de trabajo”.

Así ha ocurrido que Isco ha crecido como futbolista. Aconsejado por Ancelotti, espoleado por James y Modric y convencido de que está en el camino correcto para ser un grande. Ahora es magia y es currante. Ahora lo tiene todo para ser titular en el Real Madrid, apoyado por el aplauso unánime no sólo de la grada del Bernabéu, sino de todas las aficiones allá por donde pisa. Isco tiene muchas cosas que recuerdan a Zidane, pero también empieza a demostrar que puede ser un volante de rompe y rasga. El perfil perfecto para no tener techo en su carrera.