Al pan, pan, y al vino, vino

Diana Martín ha criticado la nacionalización de Trihas Gebre, atleta etíope que llegó hace cuatro años a España y que recibió el pasaporte español vía carta de naturaleza. Diana Martín ha sido valiente, porque estos asuntos son materia sensible, mas no por ello hay que dejar de llamar al pan, pan, y al vino, vino. Nacionalizar deportistas por carta de naturaleza, lo cual es el eufemismo de nacionalizar a dedo, resulta una ignominia para el deporte español, al tiempo que una discriminación para el resto de ciudadanos extranjeros que permanecen en la cola esperando el pasaporte. Nacionalizar a dedo debe quedar reservado para casos extremos, como fueron los familiares de las víctimas del 11-M. Aplicarlo a deportistas no tiene sentido en nuestros días.

Hay Federaciones Internacionales, como la de Baloncesto, que no traga con los pasaportes de conveniencia. Por eso impone la regla de un solo jugador nacionalizado por selección, lo que ha impedido a Ibaka y Mirotic jugar juntos. Para otras, como la de Atletismo, unos simples permisos facultan a un país a presentar cuantos nacionalizados quiere. Y ahí vienen los abusos y los agravios. En España empezamos a tener muchos atletas hijos de inmigrantes, tan españoles como el que más, pero la Federación de Odriozola, en connivencia con el CSD, sigue colando atletas por la gatera. A consecuencia de ello, Trihas Gebre se está llevando un sofocón, porque la han sacado de la cola para que corra con la camiseta de España. ¿Era tan necesario?