Emery se había pasado el jueves por Vallecas para espiar y, al parecer, no fue en vano. El Sevilla tuvo una puesta en escena mucho más intensa y convincente y castigó los riesgos del Rayo y la heterodoxia de su portero. Ahí ganó el partido. Bacca es un futbolista sin demasiado glamour pero lleva 15 goles en Liga en el año 2014. Uno más, por ejemplo, que Neymar o Bale. Su gol fue un prodigio de astucia y en cierto modo le rehabilita, porque desde su renovación andaba lejos de su mejor nivel. En Vallecas, campo en el que resulta imposible quitarse de en medio, volvió a sacar pecho. De su rendimiento, más que del de ningún otro, depende que el Sevilla alcance la Champions.

Hasta el 0-1 llegó el Sevilla, penalizado por las tarjetas y la fe del Rayo, que empujó de lo lindo y le hizo sufrir de verdad tres puntos que se hicieron cinco de regreso a Sevilla, cuando llegó la noticia del empate del Valencia en Granada. Dubitativo otras veces, al Sevilla le salvó esta vez la sobriedad de Beto, que estuvo perfecto y arregló las grietas de Diogo en la izquierda. Fue un día redondo para el Sevilla y otra exhibición de rayismo. Si la gente acabó en pie y al grito de “a las armas” es porque creía en el empate y le gusta lo que ve. Eso también es ganar en fútbol.