No fue el gol, su primer gol en el Camp Nou, el mérito de Luis Suárez, el futbolista que vino al Barça con una sanción detrás y una incertidumbre por delante. Desde que llegó él mismo esperaba lo que ansiaban la afición y la directiva: que hiciera lo que hizo anoche, marcar. Pero durante todo este tiempo, desde el día de octubre en que debutó como barcelonista, ha hecho méritos. Ayer se pasó todo el partido tratando de ayudar a sus compañeros, intervino como si fuera un colegial asistiendo a los veteranos, soportó con resignación uruguaya las tarascadas de los franceses y al final culminó la mejor jugada del partido marcando un gol que le dio tanta alegría que daba rubor verle tan feliz.

Se lo merece porque es un hombre de mérito; soltarse de arriba los lastres que traía, y celebrarlo ante la afición a la que ahora se debe, es ahora ya una asignatura aprobada. ¿El equipo? Uf. El Barça no es un equipo…, todavía: es un conjunto de méritos.