Ser sospechoso es ir al límite

Tras el escándalo de la lista de 150 deportistas, principalmente ciclistas, que han mantenido contactos con el doctor Ferrari, sancionado de por vida debido a sus prácticas dopantes, llega el de los 225 atletas sospechosos de dopaje. ¿Qué es ser sospechoso? ¿Por qué no fueron sancionados? Sospechoso es ir al límite. Presentarse, por ejemplo, a las competiciones con el 49,9% de hematocrito cuando el límite aceptado es el 50%. A los médicos dopadores se les paga precisamente por eso. Para que administren mini dosis de EPO que no aparezcan en los controles, y consigan elevar el hematocrito hasta el límite. No habrá pruebas, pero sí sospechas. ¿Qué se puede hacer? Someterle a una vigilancia más estrecha, a la espera de que alguien incurra en un error.

Así pilló la IAAF a Alberto García, y así pillamos aquí a Sergio Sánchez. Cuando en los controles se aprecian valores sospechosos, se intensifica la vigilancia. A veces, el deportista observa que el cerco se estrecha sobre él, y para. Los resultados entonces caen en picado. La prueba de que se estaba dopando parece evidente, pero nada se puede hacer. En ocasiones también se libran quienes han rebasado el límite, pero consiguen que el positivo, aunque esté ahí, no se perciba de manera clara. Como si al saltar el radar por exceso de velocidad lo que es un 7 en la matrícula parece un 1. Ha habido infracción, pero no se puede sancionar. Y así, los sospechosos se van sucediendo. En atletismo, hasta 225 contabilizados. Un escándalo. Aquí lo hemos sufrido.