Tanto tardó que parece un milagro

Salía de cuentas anoche el Espanyol, nueve meses después de su última victoria a domicilio, que se cumplirán justo el día de Navidad. Y el primer regalo, o la primera contracción, enseguida hizo acto de presencia. Lo que tardó el excapitán perico Cristian Álvarez en cometer un clamoroso error para que el actual y merecidísimo portador de ese brazalete con el ‘21’ de Dani Jarque, Sergio García, resolviera en el 0-1 casi a lo Tamudo. Falsa alarma. Aún no habían roto aguas los pericos, a quienes no quedaba otra que alargar su sufrimiento por culpa de ese valiente llamado Paco Jémez. Solo Baptistao, y gracias a un rebote en la espalda de Colotto, desarmó una red de ayudas, coberturas, basculación, solidaridad para frenar ese arrebato que es el Rayo.

Y finalmente llegó el esperadísimo parto, la primera victoria del Espanyol a domicilio tras nueve meses. Eso sí, nadie reparó en emplear la epidural, de modo que el proceso resultó muy doloroso: las manos de Víctor Sánchez en el área que el árbitro no vio (como después sucedería con Baena en el lado opuesto del campo), una expulsión, el momento de zozobra con una posible lesión de Casilla, que antes había salvado un gol cantado de Álex Moreno... Hasta que reapareció la mejor comadrona, padre, madre, padrino, todo en uno, con que podía contar el Espanyol: de nuevo Sergio García. Dio el soberbio pase del 1-2 y sentenció en el momento de mayores sofocos. Y nació, casi como llegan los milagros. Se llama Victoria, de segundo Esperanza.