P. P. San Martín

La cara feliz del ‘central de Dios’

Vaya por delante lo importante: detrás de cada cabezazo ganador de Sergio Ramos hay pundonor y madridismo. La consecuencia directa es que el central merece la más alta renovación posible y que se firme cuanto antes, pero les diré que la mirada de tigre del de Camas en la rueda de prensa previa a la final en Marrakech no era la de un pesetero, sino la de un profesional picado en el orgullo por defender el escudo. Con una frase resumió su ambición: “El Madrid es el equipo de Dios”. Y por extensión quedó claro sobre el césped que Ramos es el central de Dios, el central que cumple el milagro de aparecer cuando las luces se les apagan a los compañeros. No hay margen de duda sobre la evolución del sevillano hacia un liderazgo de gran categoría.

Y esta evolución del jugador es directamente proporcional a la inteligencia de Ancelotti manejando el vestuario. Al contrario que otros entrenadores, al italiano le gusta que sus jugadores sean protagonistas para exprimir su mejor rendimiento, con un control firme pero discreto. Ramos vive su momento más espléndido; Casillas vuelve a su mejor versión; de Cristiano ni hablamos y así uno por uno los jugadores blancos se sienten protegidos por su entrenador, a la vez que autorizados a tomar parte activa en la gestión de la dinámica del equipo. Sergio Ramos ha entendido este papel, aventajando en el ejercicio de la capitanía a un Casillas que viene de lamerse heridas muy profundas. El sevillano es a día de hoy la cara feliz del Madrid ganador.