Mundo Deportivo entrevistó estas Navidades a Laia Palau y Silvia Domínguez, jugadoras de la Selección de baloncesto, subcampeona del Mundo, que pasaban las fiestas en casa, en Barcelona. Laia juega en Praga; Silvia, más lejos, en Ekaterimburgo. Laia Palau terminaba la entrevista diciendo: “Para mí ahora mismo la Selección es el equipo soñado”. Y su compañera Silvia apostillaba: “¡Ya nos gustaría que alguien nos fichara a todas y jugar toda la temporada juntas!” La situación de Laia y Silvia puede ser parecida a la de Alba Torrens y Anna Cruz, quienes también juegan en Rusia. O a la de Nuria Martínez, Laura Nicholls y Sancho Lyttle, que están en Turquía; Leticia Romero, aún más lejos, en Estados Unidos.

Hacer un equipo con todas ellas juntas es posible. No es el caso de los hombres, pues reunir a los jugadores de la Selección en un mismo equipo resulta inviable, ya que la mitad de ellos juegan en la NBA, donde tienen mayores objetivos y salarios. Pero un equipo femenino formado por las internacionales de la Selección sí sería, en cambio, verosímil y muy comercial. Empezando porque ellas mismas quieren, y terminando porque económicamente es factible. Se trata de un presupuesto en torno al millón y medio de euros; a cambio se formaría un equipo aspirante a dominar en Europa, integrado por jugadoras llamadas a armar un lío en los Juegos de Río y en el Mundial de España 2018. La UCAM Murcia está estudiando formarlo.