El año 2014 fue para Keylor Navas de ensueño, pero 2015 ha empezado para él como quería. De entrada, con la titularidad en los octavos de la Copa y ante un rival y un escenario fenomenal. Muralla del Levante, donde consiguió ser el mejor de la Liga, héroe del Mundial y no Guante de Oro por política ingrata, Keylor fue el mejor bajo los palos en el planeta en el curso anterior, los números hablan. Lo anterior, y sus cualidades humanas le dieron el premio de aterrizar en el Bernabéu para pelear el puesto contra una leyenda como Casillas. Y no ha sido fácil, pero el proceso se cumple plenamente. En Costa Rica reconocemos que aunque el nivel de Iker no toca la excelencia como en sus mejores años, le basta para ser estelar. Sin embargo, Ancelotti, Vecchi y demás reconocen la dedicación y humildad del guardameta tico, esperando el chance.

Ahora el Calderón será propicio para terminar con un debate, no aquel odioso con el capitán merengue, sino con un tercero al que inventan nombres, y lo murmuran como si lo expresara alguien con el apellido Pérez. Ningún De Gea, ningún Courtois. Con la salida de Iker, el titular tiene que ser Keylor. Aquel costarricense sin tanto cartel hizo temer al Atlético por la Liga, le paró todo. Esta vez delante no estará Costa, y sí un Torres que esperemos le pruebe. Ancelotti, con su decisión, ha dado vida a un monstruo. El tico la aprovechará. Su segundo semestre en Chamartín encarrilará las, al menos, cinco temporadas que le construirán un sitio entre la historia del madridismo.