El guión de Carlos Sainz se cumple al dedillo

Carlos Sainz afrontaba este Dakar con la ambición que caracteriza a un campeón con él. Pocos días antes de partir hacia Buenos Aires lo explicó en Madrid: si aceptaba el desafío que le proponía Peugeot en su regreso al desierto era con la intención de luchar por la victoria. Sin embargo, desde ese planteamiento también se mostraba plenamente consciente de los condicionantes de un proyecto incipiente como éste. Un coche completamente nuevo, de ingeniería atrevida y poco probado tanto en entrenamientos como en carrera, lo que hacía muy arriesgado apostar por su fiabilidad a lo largo de dos semanas tan exigentes como las que les esperaban en Sudamérica.

Además de algo tan evidente que ni siquiera merecía argumentación, Sainz también contó aquel día que el gran año para Peugeot debería ser 2016. Entonces ya tendrían el 2008 DKR mucho más afianzado en todos sus conceptos y, además, pensaban introducir una modificación estructural importante: aumentar su anchura. Porque en efecto este buggy es muy alto y por eso quizá algo estrecho, comprometiéndose así su estabilidad y mostrando una ligera tendencia a los vuelcos. Pues, por desgracia, el madrileño ha acertado de pleno en sus pronósticos, que ya digo que tampoco eran nada atrevidos, muy al contrario bastante evidentes. Primero el coche se rompió en la cuarta etapa y sólo una después, cuando habían superado esa primera bola de partido al reparar, ha volcado al tocar una enorme piedra en el camino. Así que ahora habrá que seguir con el guión previsto, que pasa exclusivamente por empezar a trabajar de inmediato para la próxima edición del Dakar. Y entonces demostrarán que este proyecto de Peugeot sí es ganador...