Campeón de Europa y del Mundo, mejor club para la IFFHS, con el Balón de Oro, Cristiano, en sus filas, también con el premio Puskas, James. Con cinco campeones del mundo en selecciones, entre España y Alemania. Todo eso es el Real Madrid de estos días. No me remito al pasado, hago la foto de este puro instante. El mejor club del mundo... pero a su mismo lado hay quien le discute. Y es el único que se atreve. Le ganó la última Liga, le llevó en la final de Champions hasta el minuto 93, se levantó de aquella decepción, le ganó la Supercopa, le ha ganado el partido de ida de cuartos por dos a cero.

Como madrileño, me hace feliz la idea de que sólo el Atlético sea capaz de discutirle estos días el monopolio al Real Madrid. Esta situación me evoca mis primeras noticias del fútbol, cuando tras ganar la quinta Copa de Europa consecutiva (7-3, nada menos, al Eintracht) el Madrid perdió la final de Copa por 3-1 ante el Atlético, en el mismísimo Bernabéu. Hay algo heroico en el Atlético que sobrevive, o mucho más, en la vecindad abrasiva del mejor Club del Siglo XX y me figuro que venideros. Una vez más, en este curso, la carrera triunfal del Madrid encuentra un adoquín en su camino: el Atlético.

Por eso, entre bromas y veras, Tomás Roncero, Toñín El Torero y cuatro correligionarios de fuste se reunieron ayer para invocar el ‘Espíritu de Juanito’.  Al Madrid no le va de una copa más o menos, nunca fue su competición, pero en este momento estelar que vive nada le puede caer peor que sufrir una derrota ‘a partido y revancha’ ante el Atlético. Las tribus indias medían su gloria por la categoría de sus enemigos. Para el Atlético, eliminar hoy al Madrid sería, como en 1960,  apropiarse de su gloria. El Madrid lo sabe, no lo quiere permitir, pero nota que el Atlético no le tiene miedo. Y eso le desconcierta.    

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