La carrera en la que nadie pierde

Pensemos por un segundo en quienes no han ganado. Vaya por delante que no han perdido. Nadie lo hace en el Dakar, que es mucho más que una carrera. Pensemos en Barreda, a quien las alturas bolivianas le bajaron a la tierra, sin avisar, de un guantazo, sin entender por qué se le escapaba el sueño. O en Roma, que veía cómo su adorado Mini le dejaba tirado en el km 3 de carrera. O en Sainz, Viladoms, Corcuera, Farrés, Espinosa, Pedrero... Abandonaron, pero no perdieron.

Coma, Al-Attiyah, Mardeev y Sonik saben lo que cuesta subir al podio. Son kilómetros y kilómetros de tierra, waypoints, piedras, hipotermias, fesh fesh, ríos, mareos, maratones, lluvia, averías, pinchazos, dunas (barjanoides, transversales, parabólicas, en estrella...), hipertermias, sal, granizo, vueltas de campana, deshidrataciones... Se cansa uno con sólo enumerar todas las trampas que esconde esta bendita carrera. Que crea adicción, que no tiene cura. Porque los que abandonaron son los primeros en preguntar ya por las inscripciones de 2016.