El Atlético vive días felices. Ayer, Cerezo tomó el avión para viajar a China a fin de cerrar la operación de venta de un 20% del club al multimillonario chino Wang Jianlin. Se trata de una ampliación de capital que mete 40 millones en la caja del club. Pero se trata también de un socio fortísimo, el cuarto hombre más rico de China y el 42 del mundo. Como Peter Lim, en cierto modo adelantado de esta operación (ya manejó la posibilidad de entrar en el Atlético, al que llegó a prestar dinero), representa el poder emergente de Asia, polo ahora de atracción para el dinero, como lo son los emiratos árabes.

Estas cosas a algunos les hacen sufrir. Primero, estamos criados en un ‘eurocentrismo’ que visiblemente está dando sus boqueadas. Antes éramos nosotros los que disponíamos y comprábamos. Ya no es así. Y después, que estos clubes de tan larga tradición están considerados como algo muy castizo, casi hasta lo íntimo, y se hace raro ponerlos en manos de gentes tan de otros mundos. Siempre confiamos en que fueran nuestros propios millonarios quienes se hiciesen cargo del asunto, pero el mundo está creciendo más por otras regiones que por esta y no es extraño que ocurra lo que ocurre.

Ha habido fiascos, como el del Racing, no digamos ya el timo del Getafe. Lo del Málaga va resultando. Lo del Valencia está resultando estupendo. En el caso del Atlético, sus propietarios actuales dan sitio en el consejo al inversor, pero se reservan la mayoría. Wang Jianlin, por otra parte, ya tenía su mirada puesta en Madrid, donde ha comprado el Edificio España y otros proyectos. Seguro que no viene al Atlético a quedar mal, sino a cooperar, afianzarse y ofrecer al club nuevos proyectos, ideas y mercados. Su llegada es un respaldo, tanto para el Atlético como para el conjunto de nuestra Liga.