Los récords prohibidos de la ACB

Klay Thompson, de Golden State, anotó 37 puntos en un cuarto, récord de la NBA. Acabó el partido contra Sacramento en 52, anotación que iguala la máxima de la temporada de Mo Williams, quien el pasado 14 de enero se convirtió, además, en el jugador que más puntos consigue en un partido en la historia de Minnesota. Sus 52 puntos superaron la plusmarca de la temporada que días antes había establecido Pau Gasol en 46 puntos, también récord personal. La NBA es rica en este tipo de datos. La difusión de sus récords no hace más que aumentar su popularización, y esto lo consigue fundamentalmente gracias a que allí lo importante son los jugadores. Ellos son los protagonistas, y los buenos no rotan porque sí. ¡Sería ir en contra del espectáculo!

Aquí Llull mete 17 puntos en 12 minutos sin fallar un solo lanzamiento en juego, como Thompson, y le quitan. Podría haber fulminado su récord personal, y sería noticia, pero en nuestro baloncesto eso se consideran malas noticias porque van en contra del concepto de equipo. Aquí los entrenadores defienden ideales que están muy por encima de los intereses del aficionado. Éste, pobrecito, sólo quiere ver a los jugadores meter canastas. Cuantas más, mejor. ¡Cuán equivocado está! Un entrenador que se precie de tal no permitirá que un jugador le gane el partido. Por cierto, dentro de dos semanas Walter Szczerbiak estableció el récord de anotación de la Liga: 65 puntos al Breogán, y sin triples. De eso va a hacer 39 años. Es para que nos dé vergüenza.