Ancelotti y el curioso caso de Bale

Me dicen que la Liga está en los dos próximos partidos del Madrid, el de esta noche y el del sábado en el Calderón. No será tanto (la Liga es larga, se ha dicho de siempre) pero pensarlo así le da emoción a lo inmediato. Y lo más inmediato es esta visita al Bernabéu del Sevilla, enemigo clásico. ‘Equipo de campanillas’, se decía tiempo atrás, calificativo que reflejaba consideración hacia los clubes que alguna vez habían ganado el campeonato. Aquella expresión se la llevó el tiempo, pero lo que no se ha llevado es el respeto con que se espera a determinados equipos, en este caso el Sevilla, en cualquier parte.

El Madrid fuma puros, el Sevilla cajetilla y el guarro del Atleti recoge las colillas...’ se canturreaba en los sesenta. O al revés: en la otra versión, el puro lo fumaba el Atleti y el guarro que recogía las colillas era el Madrid. Pero todos estábamos de acuerdo en el Sevilla como punto de equilibrio y respeto, eje a partir del cual se era más o por debajo del cual se era menos. Así sigue el Sevilla, que ha vivido tiempos recientes de gloria en torno a su Centenario, que ensalzó con un himno fenomenal y que mantiene ese impulso pese a las desventuras de su ex presidente, ‘alma mater’ extraviada.

Ganando al Sevilla, el Madrid haría brecha. Para eso cuenta Ancelotti con Benzema, que está de dulce, y Bale, al que reivindica. Raro caso el de Bale. Jugador soberbio, no entra en el engranaje del equipo, pero sus espasmos producen jugadas de valía y, con mucha frecuencia, goles. Seguramente piensa que estos le salvan y por eso se muestra egoísta al buscarlos. En ese empeño está mosqueando a la afición. Por lo demás, el Madrid saldrá con su 4-4-2, obligado por la baja de Cristiano (no hay mal que por bien no venga), lo que le da más balón y más remate. No será para siempre, pero disfrutémoslo mientras dure.