Volando por la A-4

Orgullo vikingo. Partido grande en el Bernabéu. De los de antes. Un frío de pelarse (aunque la potente calefacción de este estadio hace milagros), lesiones graves a poco de arrancar la batalla (Ramos, James, Beto...), patadas a destiempo, intensidad al límite, postes (en ambas porterías), paradones de los porteros (Casillas y Sergio Rico), sustos, festival de tarjetas y tres goles como tres soles. Un Madrid-Sevilla eléctrico, tanto como el chaleco terapéutico de Benzema. Una noche de esas en las que el Madrid saca la raza y el orgullo de campeón. El Sevilla, que jamás bajó la guardia, peleó hasta el último segundo y murió de pie. Pero el líder se hizo acreedor a estos tres puntos de oro. Sin Cristiano (¡felicidades máquina!), sin Ramos (¡ánimo Sergio, te queremos para la Champions!), sin James, que dejó su sello con un golazo de cabeza antes de que su dedo meñique del pie derecho quebrase, con Pepe y Modric en la grada... Un panorama que en otras circunstancias se hubiese convertido en coartada para justificar un gatillazo. Pero este Madrid está hecho de una pasta especial. Ancelotti no ha necesitado arengar a los suyos como en la famosa escena de Clint Eastwood con sus reclutas en El Sargento de Hierro. Carletto les mira a la cara, les recuerda el peso del escudo que defienden y termina por darles el abrazo de un padre a un hijo cuando van camino de su primer trabajo: “¡Chaval, tú puedes con ello!”.

Escapada buena. Un inolvidable 4 de febrero que deja al Barça a cuatro puntos, al Atleti a siete, al Sevilla a 12 y al Valencia a 13. Una bestialidad cuando sólo van disputadas 21 jornadas. No hay nada hecho, pero si el sábado el equipo se sobrepone a las bajas forzosas (Ramos, James, Pepe, Modric...) y las regaladas por el capricho del señor de negro (la tarjeta de Marcelo es recurrible hasta en el Tribunal de La Haya), el Madrid puede dejar el sábado al Atleti a diez puntos. Sí, han leído bien. Diez. La Décima. Sería una losa insalvable para los amigos de mi querido Manolete...

Buen Sevilla. Hay que felicitar a Emery por haber fabricado un Sevilla rocoso, correoso y diseñado con calidad para jugar de tú a tú a cualquier rival. En el primer tiempo estuvo a punto de repetir la maldición de los primeros minutos que tiene a los blancos encogidos en los arranques, pero Casillas fue providencial en un mano a mano con Vitolo. También Bacca dio la lata a Arbeloa, y vimos a Iborra helar más aún la piel de la grada con un remate al poste tras achicarle Iker el espacio. Pero el Madrid respondió con flores en forma de goles. El de Jesé, tras tocar Isco, fue de nueve-nueve. Fue el primer balón que llegó a Rico, sustituto de Beto, que desde ahí tuvo una actuación impecable. Buen portero.

Jugada de ensueño. No me detendré nada en la nueva pifia de Bale por no pasar la pelota. Benzema estaba solo y era el 3-0. Ahí se hubiera acabado todo el morbo de la velada. Pero sí me pararé en el minuto 65. Vimos una jugada de dibujos animados. Hasta ocho toques en combinación entre Kroos-Benzema-Isco-Benzema-Isco-Jesé-Marcelo-Benzema que no acabó en gol porque a Karim se le metió el esférico entre las piernas. Si eso llega a entrar, hubiera sido el gol más bello del año y un homenaje al fútbol trenzado y colectivo. Jugadón para la memoria...

Afición felicísima. El triunfo va por el pintor Francisco Capelas, de Fabero, Prada a tope del Palacio de Canedo, los vikingos de la peña Mirandesa Hala Madrid (¡ánimo tras las inundaciones tremendas de esta semana en Miranda de Ebro!), peña La Bella de Marbella, peña Alcaracejos (Córdoba), peña El Prat (Barcelona), peña El Bierzo y peña Plana Madrid (Castellón). Todos cantaron a pulmón el himno de la Décima, tan bello como el Arrebato. ¡LIDERÍSIMOS!