Levante y Málaga se cruzaron hace un mes en los octavos de Copa y vuelven a verse las caras. Aquella eliminatoria dejó constancia de la superioridad en cuanto a plantilla del Málaga, de que el equipo de Gracia puede ser zarandeado por cualquier rival si se olvida de competir al máximo de sus energías y de lo bien que se le da a Barral el conjunto blanquiazul, al que ya ha amargado unas cuantas tardes. Lucas Alcaraz, con lo justo, trata de sumar otra permanencia a su lista de milagros en un banquillo. Gracia persigue un reto mayor.

El Málaga no cambia el discurso. Pero con 35 puntos en 21 jornadas y un colchón de ocho sobre la octava plaza, es obligado alimentar y ambicionar el sueño europeo. Esa mentalidad ganadora suele conceder puntos extras en este tipo de carreras liberadas de presión. Huir del conformismo, ese debe ser el objetivo de un equipo retroalimentado por el empuje de un grupo de jóvenes malagueños que desborda ganas de triunfar. Gracia da galones a los Samus, García y Castillejo. Ellos cocinaron esta misma semana una victoria de prestigio ante el Valencia. Ambición. Ese es el mensaje en La Rosaleda. Y tener un ojo encima de Barral...