Villar se nos disfraza de Guillermo Tell

El martes, Villar comió en Barcelona con Bartomeu y dos altos cargos de la Federación Catalana. Media comida fue para mostrar su solidaridad con Bartomeu por la situación en que está (que le trae hoy a declarar a Madrid) y media para tratar con los otros dos comensales sobre el fútbol regional, que se siente acosado, como el resto del deporte modesto, por la pretensión de que su dinero aflore. Anteanoche, Villar cenó con un grupo de presidentes de federación investigados por su gestión. Su luz como pope del fútbol le dio más brillo del que le hubiera dado Escañuela, el del tenis, presunto convocante.

Tengo la sensación de que Ángel Villar se quiere convertir en algo así como el Guillermo Tell del deporte español. Le falta lanzar una flecha hacia una manzana colocada sobre la cabeza de Bartomeu. Le ha ido hartando Javier Tebas, el presidente de la Liga Profesional, y eso le ha llevado a enfrentarse a Miguel Cardenal, de cuyas buenas relaciones con Tebas empezó por desconfiar hasta acabar detestándolas. Así que ha decidido amotinarse contra éste, y en ese camino ha ido ofreciendo y buscando solidaridad con diversas parcelas del deporte investigadas por unas causas o por otras.

En ese proceso ha lanzado la agitación de las regionales, que se levantan y hacen huelga por un tema de difícil diagnosis y solución: es propósito del Gobierno regular el dinero que se mueve en el deporte menor. Infinidad de clubes pagan a deportistas, técnicos, empleados o árbitros cantidades que no figuran en ningún sitio. Hacer aflorar eso supone obligar a nuestro deporte al abandono de un viejo mal hábito, desde el mundillo polideportivo escolar hasta el fútbol regional. Eso crea un caldo de cultivo para la queja, más en año electoral, o mejor multielectoral. Y Villar se pone al frente de la manifestación.