Penúltima llamada a Europa

Tras el vértigo de Copa, la prudencia de la Liga. No es un anuncio de la DGT, sino la realidad de un Espanyol obligadísimo a descomprimirse —oportunidades ha tenido, con dos vuelos en poco más de 24 horas— para centrarse en un partido en el que se juega más de lo que parece. Primero, porque ya le va tocando ganar a domicilio su segundo partido este curso (y segundo, también, desde que lo hiciera en La Rosaleda hace 11 meses). También porque la euforia copera no oculta que una derrota hoy sería la tercera consecutiva en Liga. Y tercero, porque por Málaga pasa el penúltimo tren a Europa.

La sempiterna mala suerte de los pericos ha querido que ésta sea la primera temporada en que el finalista de Copa no vaya a la Europa League si el campeón tiene plaza de Champions, como pasaría en un Espanyol-Barcelona. Así que se dan dos hipótesis: o los de Sergio conquistan la Copa, o deberán alcanzar la séptima plaza en Liga, que ahora ocupa el Málaga. La distancia entre ambos es de nueve puntos, por lo que se antoja la llamada final. El estímulo hoy es mayor de lo que parece.