Me dijeron a principio de temporada, en una conversación para la biografía que estoy escribiendo del portugués, que éste era el año en el que el cuerpo le iba a imponer límites. Lo importante cuando eso ocurre, es dejarte guiar por la cabeza. El futbolista actúa por lo que normalmente se califica de intuición, pero que en realidad es un cúmulo de cosas aprendidas tras años de entrenamiento. Así que si ve el espacio delante, a menudo intentará un sprint porque desde hace años siempre llega a tiempo al lugar que se propone. Y un día deja de hacerlo. Entonces surge un conflicto entre lo que dice la cabeza y lo que ofrece el cuerpo.

Parece que Cristiano está en esas. Como es inteligente, ha variado su juego para convertirse en un delantero goleador con una influencia menor en el juego mientras, imagino, espera que regrese su mejor versión. Pero seguramente que su frustración va más allá del enfado con el compañero, o consigo mismo por haber fallado una oportunidad. Le debe estar costando decirle a su cabeza que el cuerpo le pide otra cosa. Que es humano.