Tres goles de Messi al Levante, por ninguno de Cristiano al Depor la víspera. La ventaja de doce goles que Cristiano llevaba a Messi se ha convertido en dos, por mor de un parcial 11-3 en Liga en lo que va de 2015. Con frecuencia se dice que el Madrid y el Barça son vasos comunicantes, que cuando uno sube el otro baja. No siempre es así, pero con frecuencia ocurre. Y parece que lo mismo sucede con Cristiano y Messi. Éste tuvo un mediocre año 2014, que no enderezó ni con el Mundial, que parecía su gran baza. Cristiano ganó Bota de Oro y Balón de Oro. Se sintió en la cumbre. Hace sólo mes y medio.

Pero a la vuelta de vacaciones es otro. Es otro todo el Madrid, al que quizá confundieron su Mundialito y su Balón de Oro, justo a fin de año, con una sensación equivocada de balance y año nuevo. Ha arrancado despistado y perezoso, y aunque ha salvado más puntos de los que quizá ha merecido, y sigue líder, todo el mundo está de acuerdo en que no es el que era. Y tampoco Cristiano. Durante estos años, Cristiano ha disimulado con sus carreras y sus goles los bajones del Madrid. Pasara lo que pasara, siempre estaba él, con su gol, sus dos goles, o su ‘hat-trick’. Ahora no está. Le duelen la rodilla y el alma.

A cambio, el Barça vuela. La derrota en Anoeta provocó una catarsis necesaria. Las alineaciones entraron en cierta lógica y lo demás vino sólo. La calidad de los jugadores, sobre todo la de los tres de arriba, sobre todo la de Messi, hizo el resto. Este está fenomenal, no me atrevo a decir como en sus mejores tiempos, cuando los 91 goles, pero cerca le anda. Da goles, los marca (dos ayer con la derecha, rareza en un zurdo, tan radicales como suelen ser ellos en su zurdera), galopa en la tabla y arrastra consigo al Barça. Él ya está a dos goles de Cristiano, el Barça a uno solo del Madrid. Hay carrera.