Una noche para olvidar

Derrota. Había bastante respeto en el Atlético al partido de Balaídos. Respeto al rival, un Celta que tiene buenos futbolistas y que juega bien. Respeto porque el equipo tenía ausencias importantes y todas en el mismo sitio del campo. Respeto a un estadio donde la afición local aprieta y está siempre junto a su equipo. Y esos malos augurios se cumplieron. El Atleti no fue el Atleti y el Celta sí fue el Celta. Esa fue la diferencia. El resto lo puso el árbitro, un desastre para el conjunto rojiblanco. Martínez Munuera no dio una derechas. No vio una mano que dio origen al primer gol local y no pitó un penalti a Siqueira. Al campeón liguero no le salió nada en Vigo. Total, quinta derrota en el campeonato, la Liga se vuelve a poner lejana, aunque los rojiblancos seguirán peleando hasta el final. Siete puntos de diferencia con el Real Madrid son muchos, pero este equipo luchará hasta la conclusión de la Liga.

Intensidad. El primer tiempo rojiblanco fue para olvidar, de los peores que ha hecho el conjunto madrileño. Sin intensidad, sin chispa, perdiendo todos los balones... El Atlético es lo que es por esa intensidad que imprime en los partidos y de la que adoleció en el primer período. Los cambios tras el descanso dejaron bien a las claras las deficiencias rojiblancas en los cuarenta y cinco minutos iniciales y también el descontento de Simeone con los suyos. Tras el descanso, el conjunto del Cholo mejoró y tampoco le acompañó la fortuna en esa jugada que dio en el palo y se salió. El remate de Griezmann le pudo meter al Atlético en el partido, pero cuando a uno no le salen las cosas...

Las bajas. No estaban ni Arda ni Koke ni Raúl García y el equipo lo acusó. La plantilla del Atlético es más amplia y de más calidad que en otras temporadas y las ausencias no deben servir de excusa. Sería de tontos hacerlo. Al Cholo no le salió todo lo que pensaba con Griezmann, Torres y Mandzukic en la parte de ataque, porque el equipo apenas creó juego. Y sin fútbol es difícil ganar los partidos.

La mano. La vio el colegiado y no la señaló. La vio todo el estadio y a todos los aficionados, del Celta y del Atleti, les pareció mano. Menos al árbitro, que sí estuvo rápido a la hora de señalar la falta de Mario Suárez sobre Nolito y el consiguiente penalti que convertiría el propio jugador del Celta en el 1-0. En una jugada se hizo el sueco y en otra, no. A la media hora de la segunda mitad, Griezmann se llevó un balón dentro del área y el árbitro pitó una mano del francés ante la incredulidad de los rojiblancos, puesto que el jugador rojiblanco no había tocado el balón con la mano. Poco después, Siqueira fue arrollado por un defensa céltico y Martínez Munuera no tuvo tanta vista como en la acción del primer gol local. Mucha queja de la actuación arbitral no podrán tener jugadores, técnico y aficionados del Celta. Me imagino que de haber sido al revés se estaría hablando de las ayudas arbitrales al campeón de Liga. Pero el Atlético no ha recibido, ni recibirá, muchos favores de los colegiados. Luego dicen que si los seguidores rojiblancos se quejan de los árbitros...

La Liga. El campeonato sigue y el Atlético no tiene que quedarse parado pensando en este tropiezo. No hay tiempo para lamentarse. El campeón tiene que levantarse y pensar en el partido del próximo sábado. No hay más. El rival fue mejor, el árbitro le perjudicó duramente y el equipo no fue fiel a sus virtudes de siempre.