La Fórmula 1 vuelve a la actividad esta semana con los segundos entrenamientos de pretemporada, ahora en el circuito de Montmeló. Me refiero a que regresa la acción sobre el asfalto, porque en las fábricas no se ha detenido con el trabajo de los equipos (unos más que otros, imagino) para mejorar sus monoplazas. Y los pilotos, por supuesto, tampoco han estado de brazos cruzados y la mayoría de ellos se han dedicado, desde el primer test de Jerez, a su puesta a punto física. Así ha sido como hemos visto a un Fernando Alonso diría que casi hiperactivo. Gracias a ese poderoso canal de comunicación que son las redes sociales, sabemos que el asturiano no ha parado en las dos últimas semanas, como no podía ser de otro modo en un deportista de su profesionalidad y entrega.

Alonso no escatima esfuerzos en el nuevo proyecto que se ha embarcado con McLaren Honda. No lo hará en la pista, estoy seguro de que lo volverá a demostrar, pero tampoco fuera de ella. Tengo la sensación de que el ovetense es consciente de que la edad ya no juega a su favor (yo mismo le podría explicar que los treinta y tantos ya no son los veintipocos, le llevo ventaja clara) y le dedica más tiempo que nunca a su preparación. En este sentido le ayuda que el deporte en general le apasiona, así que le cuesta menos que a otros subirse en la bicicleta para devorar kilómetros o ponerse unas raquetas de nieve para mejorar en altitud. Y es importante que así lo haga. Mi convencimiento es que llegará el momento en el que vuelva a pelear por lo máximo y será entonces cuando estar a tope física y mentalmente le otorgue un valor añadido.